martes, 19 de febrero de 2013

AGRESORES...El enemigo en casa



LA MUJER ES UN OBJETO QUE LE PERTENECE. Y cuando no acata sumisamente su voluntad, cuando se le ocurre 'rebelarse', se siente humillado y recurre a la violencia. Ésta es la clave de la conducta del maltratadorUn hombre celoso, posesivo y controlador, que actúa como si tuviese una especie de derecho natural para degradar a su pareja.
Las palabras de uno de estos hombres, sometido a terapia con el psicoterapeuta Luis Bonino en el Centro de Estudios de la Condición Masculina de Madrid, lo confirman: «Ella no me hace caso y no puedo aguantar que tenga una opinión diferente a la mía». Por eso, cuando su mujer no se adapta a sus ideas, a él «se le va de las manos». Y responde con violencia.
La mayoría de estos hombres tienden a minimizar los efectos de su conducta, suelen recurrir a la mentira y no se reconocen como maltratadores. Los golpes que propinan a la mujer se transforman en una simple «pelea» cuando quien lo cuenta es el agresor. Los insultos y gritos, en comunes«problemas de pareja». Tampoco son conscientes del daño que hacen. Simplemente ponen a sus mujeres«en el lugar que les corresponde»: siempre por debajo de ellos. El complejo de inferioridad y la poca autoestima que suelen tener convierten cualquier 'desaire' -así ven cualquier opinión o conducta que no se ajuste a su punto de vista- en una ofensa a su virilidad. Un sentimiento de humillación que quieren eludir a toda costa. Para ello, optan por el extremo contrario y buscan en las palizas a sus mujeres un poder que se les niega en la calle. Por eso no se resignan a perderlas. Las necesitan vitalmente para desahogarse. Y encuentran la excusa perfecta cuando a ellas se les ocurre llevarles la contraria.«Discutimos porque ella quería cambiar de trabajo, pero a mí me parece bien el que tiene. Después no sé que pasó, la golpeé y la dejé un ojo morado», cuenta un paciente de Bonino.
¿EXISTE UN PERFIL DEL HOMBRE MALTRATADOR?
Socialmente no hay un prototipo de maltratador; puede ser de clase alta o baja, con estudios o sin ellos, joven o viejo. «Es un perfil plano», dice Bonino, que trata a unos 50 de estos hombres al año. Su conducta no tiene por qué estar ligada al consumo de alcohol o drogas -en el 80% de los caso no lo está- y tampoco a desviaciones psíquicas. En contra de lo que pueda parecer, la mayor parte de los agresores no son enfermos mentales. Según Enrique Echeburúa, catedrático de Psicología Clínica de la Universidad del País Vasco y pionero en España en la aplicación de terapias a hombres maltratadores, «el 20% de ellos sí presenta un trastorno mental –alcoholismo, esquizofrenia paranoide, trastorno delirante…-. Pero el 80% son ‘normales’; no existe un trastorno grave, aunque sí presentan alteraciones de la personalidad y cognitivas, como un machismo extremo o la justificación del uso de la violencia para resolver problemas».«Lo único que tienen en común es que son hombres y que tienen muy interiorizada la idea de que la mujer está a su disponibilidad», afirma Bonino. Según asimilen más o menos esta idea se convertirán en un tipo diferente de agresor: asesinos, violentos físicos o psicológicos, controladores… En ocasiones los hombres con mayor status social y cultural recurren a formas más sutiles de violencia, como la psicológica, mientras que los que tienen un nivel cultural menor optan directamente por los golpes.
La mayoría no son agresivos de forma habitual. Ejercen su violencia de forma selectiva, sólo con su mujer. Por eso es tan difícil reconocerlos. Además, desarrollan una especie de doble personalidad «hacen lo que corresponde hacer a un hombre cuando están en público: tratar bien a su mujer; pero son unos tiranos en privado», según Bonino. «Esta doble fachada es más acusada en los maltratadores que ejercen violencia física».
Además suelen presentarse a sí mismos como víctimas«Discutimos y ella me dijo que no aguantaba más y que se iba. Yo la empujé y se cayó». Así describe un ingeniero de 28 años una de las agresiones a su pareja. «Tuvimos un desencuentro, le grité y se asustó»«me provocó»«si se hubiese quedado callada no habría pasado nada», dicen otros.
Los valores machistas que imperan en la sociedad han calado hondo en estos hombres, llevándoles a extremos límite. Muchos incluso sufrieron maltratos en su infancia y han interiorizado la violencia como un comportamiento normal. Los golpes y los gritos son su único recurso. La única forma de enfrentarse a una vida que no transcurre como a ellos les gustaría.
RAQUEL QUÍLEZ .

Libro el Diario de Sara



http://www.elmundo.es/documentos/2004/06/sociedad/malostratos/2006/diario_sara/01.html 


Comparto este Diario de Sara,  porque en el se refleja las circunstancias vividas, soportadas por "Una mujer maltratada" por quién le juró amor puro eterno y profundo!!  y quitarle la tristezas de sus bellos ojos..La mujer maltratada se aisla, calla siempre, queda paralizada ante tanto horror excusado con las nubes de miel, que ejerce el maltratador...siempre necesita creer en el gran cambio prometido, en las promesas que son incumplidas. Espera décadas de años  al "GRAN MILAGRO DE CAMBIO DEL MALTRATADOR PERVERSO" que jamás se cumplirá.....El maltratador minimiza las agresiones, manipula y le preocupa mucho la imagen de fuera, siendo en la clandestinidad del hogar un depredador emocional asesino de su pareja..que siempre actúa a escondidas, sin testigos, sin huellas, teniendo a su merced sádica a la esposa..
Sé que no debería haber vuelto después de la primera paliza, pero volví. ¿Por qué? Porque no creo que esto me pueda estar pasando a mí. Es imposible que alguien que me quiere pueda tratarme de esa manera.
No acabo de recuperarme del shock y me abrazas, me besas, tu cara ha cambiado, eres dulce y tierno, me pides perdón una y mil veces… Me dices que soy la mejor mujer del mundo y que nunca se repetirá. Actúas como si nada hubiera pasado y siento una confusión absoluta. ¿A lo mejor no era para tanto? Y tu sonrisa y tu actuar me confunden, tú te justificas con un montón de palabrería, mirándome tiernamente y actuando como si nada.
24 de diciembre 2003

LLEGASTE A MI VIDA sin yo esperarlo. Me querías convencer de que me amabas y poco a poco fuiste entrando en mi corazón y despertando sueños de amor. Fui aprendiendo a amarte, y ahora que te quiero,me partes en dos.

 ¿Así me quieres que no te importa mi dolor? Te quiero. Quiero poder comunicarme con mi pareja. Cuántas horas de soledad para poder pensar y aclararme. ¡Qué pena, mi amor, que no puedas hablar y escuchar!

3 de enero de 2004
SIGO INTENTANDO RECORDAR esa primera vez, tu cara pegada a la mía, al mismo tiempo apretando mis pómulos para que me calle, no lo puedo creer e intento escapar, corres detrás de mí, me coges por los aires, abrazándome por detrás a la altura del pecho y dejando inmóviles mis brazos. Mis pies se balancean pero ni rozan el suelo. Me mueves rápidamente de una a otra habitación hasta que me lanzas sobre la cama.
Te subes encima de mí para sujetarme las piernas e inmovilizarme en el forcejeo. Cabezazo en la nariz. Comienzo a gritar y a llorar más fuerte, me suelto y me arrincono en un lado de la cama, pegada a la pared. Me dices: «¡Basta ya!, ¡para esto!, ¡no sigas!». Yo no entiendo, no sé cómo pararlo. Para volverme a agarrar me coges de los pelos y sin querer —según tú— mi cabeza se golpea contra la pared. Siento que la pinza que me sujeta el pelo se rompe y se me clava. Vuelvo a gritar de dolor. Vuelves a inmovilizarme. Cada vez que me agarras golpeas mi pecho. Me ahogo entre mis lágrimas, mocos y la sangre que brota por mi nariz. La habitación está oscura. Pierdo la noción del tiempo.
No soportas verme y oírme llorar. Me pones una almohada sobre la cara para que me calle. Me revuelvo, no puedo respirar, no sé qué va a pasar. No recuerdo cómo acabó.
Después no sentía nada. Hacía todo lo que tú me decías, te seguía como una autómata. Cuando por fin me quedé sola, llamé a un amigo que estaba cerca. Y lloré y lloré… No me lo creía.